lunes, 30 de abril de 2012

Fe Racional” – Corazón vs. Mente


La fe emotiva y la fe racional son opuestas entre sí.

 Mientras que la fe emotiva trata de lo que se siente en el corazón o en el alma, la fe racional e inteligente trata de una certeza en el intelecto, en la mente.
 Pablo dice que los que tienden para el Espíritu, tienden para la vida, y los que tienden para la carne, refiriéndose al corazón, a las emociones y a los sentimientos, tienden para la muerte.
Muchos caen en tentación porque se dejan llevar por lo que sus ojos ven y por lo que su corazón siente. Existe un proverbio que dice: “Ojos que no ven, corazón que no siente.”
Es exactamente eso lo que sucede: los ojos le pasan informaciones al corazón y este agudiza el deseo de poseer una cosa. En verdad, la persona cae justamente en aquello que más codicia. Esa codicia puede ser prostitución, bebida, juegos de azar, etc. Es en la debilidad de la persona donde hay mayor posibilidad de caer.
Fue el caso de Eva cuando vio la fruta prohibida. Inmediatamente su corazón impuso la voluntad de consumirla. La persona es tentada por lo que ve, oye y siente, pero cabe a la persona decidir si quiere seguir a su corazón y caer en la tentación, o rechazar esa idea y mantenerse de pie.
La persona debe tener cuidado con lo que siente su corazón, pues, por ser engañador y desesperadamente corrupto, se apresura en rendirse a los caprichos y tentaciones. A causa de eso, el corazón es acelerado en las decisiones y no busca cuestionar y evaluar el peso de la actitud que va a tomar porque no mide las posibles consecuencias.
Es entonces que surgen los casamientos precipitados, compras, ventas o negocios que salen mal, en fin, actitudes totalmente contrarias a la razón, lo que podría ser evitado si la persona hubiera pensado un poco más en las consecuencias de sus decisiones.
El pecado sucede así: la persona ve algo y el corazón siente. Este, codicia e impone su consumo sin preguntar si sirve o no.
El hecho es que la fe emotiva conduce a las personas a actitudes infantiles y débiles, impidiendo que ellas piensen o cuestionen tales actos.

En contrapartida, la fe racional y sobrenatural, que viene de Dios, habla respecto a la mente, a la inteligencia, al intelecto y a la razón. De esa manera, la persona piensa, razona, y entonces toma su decisión. Tal decisión es el resultado de la acción de su fe en la Palabra de Dios.


La verdadera fe sobrenatural hace que la persona tenga una certeza incondicional. La presencia de Dios, por ejemplo, es una certeza, una convicción, y no importa si la sentimos o no. Lo que vale es lo que está prometido en Su Palabra. Vale la certeza en esta Palabra.


No podemos preocuparnos con los sentimientos, porque estos son carnales y llevan a la perdición. Esos sentimientos, que han controlado su vida, tienen éxito porque su corazón no es nuevo. Cuando la persona nace del Espíritu, o tiene la experiencia del nuevo nacimiento, recibe un nuevo corazón y sus sentimientos se tornan sumisos al Espíritu Santo.
Aunque sienta esa voluntad de pecar, la persona reprende, huye y resiste al pecado porque anda por la fe. Vive en la certeza y anda de acuerdo con su conciencia espiritual. Es eso lo que hace la diferencia entre los vencedores y los fracasados en la fe. Por no haber nacido de Dios, los fracasados (espiritualmente) trabajan y actúan sobre una fe emotiva. Quien nace de Dios no vive una fe emotiva, sino que vive en la fe sobrenatural.

Dios enseñó que Su Reino es tomado por esfuerzo y son solamente los valientes que pueden tomar posesión de él. Los valientes son los nacidos de Dios, que poseen la fuerza de un buey salvaje, poseen la naturaleza Divina y el Espíritu Santo. Tienen la mente del Señor y, además de eso, son corajudos para asumir su fe e ir adelante, aunque tengan que pagar un precio alto por eso. Todos los nacidos de Dios pagan ese precio, pero los cobardes y tímidos en la fe no tienen ese coraje.
A veces, mientras está en la iglesia, la persona tiene incluso el coraje de levantar la mano, cantar y adorar a Jesús. Sin embargo, cuando deja aquel ambiente de fe, propicio a la adoración, su vida vuelve a ser igual que siempre. Quien no nació de Dios, no vive por la fe sobrenatural ni bajo las leyes del Espíritu Santo. Es siervo de sus emociones e inclinaciones carnales.

jueves, 26 de abril de 2012

La emoción neutraliza el poder de la fe

Cuando hablamos de fe, vemos el poder infinito de Dios guardado en un jarro de barro finito y pequeño: nuestro cuerpo. Dios ha colocado Su infinito poder dentro de cada uno de nosotros. Y ese poder se llama fe. Sin embargo, para disfrutar de ese poder y para que la fe florezca en su vida es necesario, naturalmente, despreciar los cinco sentidos humanos y los sentimientos del corazón.
Quien se deja llevar por los sentimientos impide que la fe funcione. Cuando la persona es movida por las emociones, la fe queda neutralizada. Por ejemplo: cuando el pastor necesita orar por algún miembro de su familia, él encuentra dificultad en ayudarlo, porque ora basado en el sentimiento. De esta manera, su fe, cimentada en los impulsos del corazón, no funciona. Y no puede ser así. La fe debe ser activada con base en la Palabra de Dios y en Sus promesas.

Tenemos que creer como la propia Biblia nos enseña: “Pero sin fe es imposible agradar a Dios;
 No podemos llegar a la presencia de Dios con base en la emoción, sino en la certeza de que Él cumplirá lo que prometió.
El Señor Jesús le dijo a una higuera: “Nunca jamás nazca de ti fruto. Y luego se secó la higuera.” (Mateo 21:19) Es decir, de la misma forma que Él le dio una orden a un árbol y este inmediatamente obedeció, podemos también, en Su nombre, ordenarle a una enfermedad que salga y que nunca más vuelva al cuerpo.
Podemos usar la autoridad del Señor Jesús que nos fue concedida en Su nombre.  Cualquier persona que cree en la Palabra de Dios puede asumirla. Es necesario, por lo tanto, que haya una conciencia de que es por medio de la fe que se conquistan esos beneficios.
Infelizmente muchos continuarán sufriendo porque insisten en vivir en la obstinación. Si la persona decide no buscar ayuda, no hay nada que hacer para cambiar su situación.
Eso sucede porque la fe que Dios plantó dentro de todos nosotros, cuando es usada de modo inteligente, de acuerdo con la Palabra de Dios, hace que el milagro suceda. Pero, para eso, la persona debe buscar esa fe y ser humilde para aceptar tales palabras.

lunes, 23 de abril de 2012

Algunas personas oyeron hablar de Jesús, conocen todo al respecto de Él, pero nunca tuvieron esta experiencia

Cuando Dios nos da Su Espíritu, Él quiere realizar grandes cosas a través de nosotros. Pero, ¿por qué no suceden milagros en muchas vidas?
Quizás usted sea una persona fiel a Dios, pero no ha conquistado nada. ¿Cuál es la razón?
Usted jamás podrá desarrollar la fe y conquistar sus beneficios mientras no tenga un encuentro con el Autor de su fe. Mucha gente ocupa los bancos de la Iglesia y sin embargo viven atadas, porque oyeron hablar de Jesús, tomaron conocimiento de Jesús, pero no tuvieron un encuentro con Él
.Ese es el secreto de la victoria: tener un verdadero encuentro con Dios

Cuando la persona tiene el sello y se encuentra con Dios, tiene certeza de la victoria, entonces persevera en su lucha y vence. Muchos confiesan a Jesús, creen en Su Palabra, separan los diezmos, dan ofrendas, hacen todo como lo manda la Biblia. Sin embargo, estas personas en realidad sólo siguen una religión, un ritual, pero no conocen y no tuvieron una experiencia con Dios.
Sin el encuentro con Dios, las cosas se tornan difíciles y las personas viven atadas, llevan una vida mezquina, contraria a lo que está escrito en la Biblia.
Quien revela a Jesús para las personas es el Espíritu Santo. Dios es real, el mismo ayer, hoy y Lo será para siempre.

sábado, 7 de abril de 2012

Prestar atenciòn a las cosas invisibles.

Por eso, el Espíritu Santo nos advierte para no prestar atención a las cosas visibles, sino a las invisibles. Porque las visibles son temporales y las invisibles son eternas. (2 Corintios 4.17-18)


Cuando una persona basa su vida en la fe inteligente, ésta no acepta ninguna semilla de duda ni se rinde a las tribulaciones “leves y momentáneas”, por muy difíciles que sean. Al contrario, hay una resistencia natural provocada por la convicción personal de victoria. De ahí nace la indignación de la reclamación del cumplimiento de la Palabra del Eterno Dios.

Eso significa ver lo invisible, creer en lo imposible, vivir de fe en fe y por la fe.

martes, 3 de abril de 2012

¿ Que hay en comùn entre el corazòn y el diablo?

Los dos son engañadores y perversos.
Mientras que Jesús habla del corazón como fuente de malos pensamientos: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.”  Pablo trata a las obras de la carne como los pensamientos del corazón: “Y manifiestas son las obras de la carne, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías...
Por lo tanto, corazón y carne son lo mismo.
Las obras de la carne y los pensamientos del corazón dan lo mismo.
Podemos decir que los nacidos de la carne y los nacidos del corazón son lo mismo.
Los nacidos del corazón fueron generados en la emoción de la misma forma que los nacidos de la carne fueron generados por los sentimientos.
Le gusta aparecer, le gustan los elogios, los reconocimientos y alabanzas.
Los nacidos de la carne son pura emoción.
En la iglesia se sienten bien, pero afuera de ella se sienten fríos.
Viven de lo que sienten o dejan de sentir. Por eso, no logran vencerse a sí mismos y mucho menos al mundo.
Fueron engañados por la fe venida del corazón. El tiempo acaba mostrando sus frustraciones.
Lo que guía su fe son los sentimientos y no la Biblia.
Su fe nació en el corazón y fue abrigada por los sentimientos. Ella se crió allá y continúa alimentándose.
El consejo emotivo, la música emotiva, la reunión emotiva, las alabanzas regadas de emociones, en fin, su fe es puro fruto de los sentimientos.
Sólo espuma. Nunca está apta para obedecer la Palabra de Dios, enfrentar las aflicciones, las tribulaciones y las pruebas de los desiertos.
Ese tipo de fe no tiene coraje para sostener la espada y defenderla. Más bien defiende a la denominación, al pastor, pero nunca a su creencia.
Su cobardía acepta cualquier cosa. Menos luchar. Acepta hasta la sociedad con el mal, sólo para no tener que confrontarlo.


Mientras tanto, contrariando las sensaciones de la fe religiosa, surge la fe inteligente. Fe que piensa, pesa, medita y evalúa.
Esta fe cree que Dios no puede mentir ni revocar lo que prometió. Que Él hará exactamente como prometió.
Tal calidad de fe no se fija en las circunstancias, no mira para atrás, ni tampoco a los costados. Siempre va adelante, cueste lo que cueste.